sábado, 3 de diciembre de 2011

I JUEGOS FLORALES CHAN CHAN -"CUENTO" POR MARÍA CRUZ ARANDA



Una gran aventura rescatando Chan Chan
(Cuento)

Cierta vez un grupo de jóvenes: Leonardo, Claudia, José y Vanessa, hicieron un viaje a Trujillo. Al principio sólo deseaban divertirse, ya que era la primera vez que visitaban la Ciudad de la Eterna Primavera y querían disfrutar al máximo su estadía en el lugar ya mencionado. En uno de sus viajes visitaron Huanchaco.
Al llegar a Huanchaco, lo primero que hicieron fue comprar algunos objetos para tenerlos como recuerdo. Luego de hacer sus compras se dirigieron a la playa, estando ahí empezaron a caminar por la orilla, con el dinamismo que caracteriza a los amigos. En esos instantes se encontraron con un señor un poco extraño; él estaba vestido de una forma muy diferente a lo acostumbrado. Su polo contenía figuras de la Luna, la Tierra el mar y otras cosas más, su pantalón era de un color oro con plateado. Todos se miraron muy sorprendidos y quisieron evadirlo pero tuvieron un poco de curiosidad de saber por qué se vestía de esa manera. Y para quitarse esa duda se acercaron hasta donde se encontraba el señor con la finalidad de entablar una conversación.
- Buenas tardes – dijo Leonardo – Nos podría decir, ¿cuál es su nombre?
- Buenas tardes jóvenes, mi nombre es Jacinto –respondió sorprendido el señor – Puedo saber, ¿a qué se debe esa pregunta?
- Es que nos llamó la atención la manera de cómo esta vestido – contestó José - Espero que no le haya incomodado la pregunta de mi amigo.
- No se preocupen, algunas personas que me ven se acercan a preguntarme casi lo mismo, otras simplemente me miran y se marchan murmurando. Yo me visto así por un motivo muy personal.
- Nos podría decir ¿cuál es ese motivo? – añadió Vanessa.
- Por mí no hay ningún problema pero no sé si ustedes disponen del tiempo necesario – dijo Jacinto.
- Nos encantaría, pero ya está oscureciendo y tenemos que regresar al hotel - respondió Claudia -… Pero que les parece si mañana por la mañana nos vemos muy temprano en este mismo lugar, y así nos cuenta lo que está quedando pendiente el día de hoy.
- Me parece muy buena su idea. Los espero a las 9:00 a.m.
Todos regresaron a Trujillo muy cansados, pero sobre todo anhelando que se llegue el día de mañana. En el retorno a su hospedaje, los amigos empezaron a interesarse más por saber de qué se podría tratar el misterioso motivo de Jacinto, por ello se entusiasmaron más en eso y dejaron a un lado la diversión.
Al día siguiente los cuatro amigos se levantaron muy temprano a alistarse para luego encaminarse hacia el lugar que habían fijado con Jacinto. Cuando llegaron a dicho sitio no encontraron al señor y pensaron que quizá no vendría. Claudia al notar la desilusión de sus amigos les dijo:
- Chicos, no perdemos nada con esperar un poco. Además mientras esperamos podemos disfrutar de la tranquilidad que transmite el sonido de las olas. ¡No sean impacientes!
El resto del grupo aceptó esperar a Jacinto. Los grandes amigos estaban conversando por varios minutos, en un repentino momento uno de ellos divisó a lo lejos a una persona que se acercaba muy tranquilamente hasta donde estaban ellos, como muchos ya se imaginaran era Jacinto quien se acercaba hacia los muchachos. Ellos decidieron darle el encuentro.
Jacinto se admiró de verlos y les dijo:
- Me doy cuenta que sí les interesa saber por qué me visto así... Los hice esperar porque hay algunas personas que me hablan igual que ustedes; cuando los cito en algún lugar no vienen; otros vienen, pero al enterarse por qué lo hago me dicen que estoy loco, que pierdo mi tiempo y que las autoridades son las llamadas a hacer lo que yo estoy haciendo.
Los chicos escuchaban atentamente lo que decía Jacinto. Hasta que Vanessa intervino diciendo:
- Señor, nosotros estamos aquí porque deseamos saber qué es lo que lo impulsa a hacer esto. Y no tiene de qué preocuparse, nosotros nos comprometemos a ayudarlo siempre y cuando sea por una buena causa.
A Jacinto le conmovió mucho lo que dijo Vanessa, ya que nadie se había expresado así por una causa que ni siquiera conocían. Por tal motivo decidió contarles su gran propósito. Jacinto les dijo que hace algunos años atrás tuvo un sueño. Este sueño trataba que un grupo de personas (muy distintas a las personas de hoy en día en su forma de vestirse, de hablar y hasta en su organización) sacaran adelante a su comunidad. Los trabajos que hacían eran muy hermosos: su artesanía y orfebrería lo demostraban. Su arquitectura y agricultura no se quedaban atrás. No existía persona que no ayudara en algo, la tranquilidad reinaba en ese lugar. En el mismo sueño pudo observar la estructura del imperio, en las paredes (las cuales estaban hechas de adobes resistentes y materiales propios del lugar) se encontraban dibujos de líneas geométricas, peces y aves; también habían siete ciudades dentro del imperio, sus paredes contenían lo que ya se mencionó anteriormente. Y luego de contemplar tanta maravilla todo se empezaba a oscurecer y luego de unos minutos ya no se podía ver nada.
Cuando se despertó no lo tomo mucha importancia, pero sin querer cogió un libro de Historia del Perú y empezó a observar las culturas, al ver las imágenes que estaban en el libro recordó su sueño. Después de unos minutos de analizar su sueño se dio cuenta que tenía que hacer algo. La comunidad que había visto en su sueño pertenecía a la cultura Chimú, la cual tenía como capital Chan Chan y las personas eran los chimús. La oscuridad quería decir que poco a poco las culturas iban a ir saliendo de nuestros recuerdos. También pudo comprender que hay jóvenes que más desean la moda y la tecnología que saber algo, aunque sea un poquito sobre nuestro pasado.
Jacinto les comentó que por ese motivo fue que mandó a confeccionar su ropa de esa manera para ver si la gente, aunque sea preguntándole por qué lo hacía, se interesaba por nuestra cultura. Las figuras de su polo representaban a los dioses de los chimús y su pantalón de color oro, al material que trabajaban su orfebrería.
Los jóvenes no sabían que decirle, ya que ellos también estaban incluidos en el grupo de desinteresados. Luego de un largo silencio, Claudia le sugirió a Jacinto que dejara de ser humillado y que siguiera motivando a que la juventud trujillana se interesara en las culturas, pero sobre todo en la Cultura Chimú (porque viviendo cerca a donde se encuentra el sitio arqueológico Chan Chan no lo valoran y esperan que personas del extranjero lo hagan), haciendo campañas o si era posible tocando la puerta de cada colegio que se le fuera factible. Jacinto se conmovió mucho con las palabras de Claudia y solo les pidió que lo ayudaran.
Los adolescentes aceptaron ayudarlo y convencieron a su nuevo amigo a que lo mejor era hacer la sugerencia de Claudia. Jacinto lo pensó por varios minutos, pero finalmente aceptó la sugerencia que le habían dado y les pidió que a los días siguientes todos juntos (incluido él) visitaran el Complejo Arqueológico de Chan Chan.
Se llegó el día y cuando estaban entrando al sitio arqueológico quedaron maravillados porque todo estaba muy bien conservado. José y Leonardo entre sí decían que los que hicieron eso eran excelentes porque hasta la actualidad se conservaba. Al terminar el recorrido no sabían qué decir todo era tan maravilloso y no dejaban de repetirse a sí mismos que nuestros antepasados eran mejores que los actuales. Luego decidieron ir a visitar a los colegios para que conocieran más sobre nuestra cultura, pero sobre todo que aprendieran a valorizarla. Días como esos pasaron varios.
Los amigos estaban muy contentos porque se sentían útiles, pero les entristecía que ya se llegara el día en que tenían que retornar a su hogar. Jacinto también se había acostumbrado a compartir con ellos estas experiencias.
Lamentablemente se llegó el día de la despedida, Jacinto estaba muy triste porque sus amigos tenían que partir pero también estaba feliz porque sabía que en ellos había logrado lo que en otros no logró, les enseñó a valorizar nuestra cultura y a rescatar lo maravilloso de ella.
Para no hacer muy trágica su partida, los cuatro amigos (Claudia, José, Leonardo y Vanessa) dejaron sus recuerdos a Jacinto para que siempre los recordara y tenga presente que siempre contará con ellos. Después de unas horas los amigos se embarcaron en el bus que los regresaría a su hogar, pero nunca olvidarían lo que aprendieron junto a Jacinto. Siempre llevarían con ellos la importancia de nuestra cultura que fue un estupendo imperio y nunca olvidarán la gran experiencia que tuvieron al viajar a Trujillo, la Ciudad de la Eterna Primavera y del Maravilloso Chan Chan.
 Adamaris.
María Cruz Aranda recibiendo su diploma de honor por haber ocupado el 2do puesto en el rendimiento académico del año lectivo 2011


Datos sobre el cuento
  1. Pertenece a María Cruz Aranda. Alumna del 4to año de secundaria de la I.E. "Benjamin Franklin"-Cartavio.
  2. Ganadora, junto a Mirtha Sabana, del Área de Cuento en la provincia de Ascope.
  3. Finalista en los I Juegos Florales a Nivel Regional, teniendo como sede la ciudad de Trujillo.
  4. Su seudónimo es Adamaris.